Con ya ocho películas en su haber, Misión: Imposible parece haber dado carpetazo final a las misiones de Ethan Hunt para salvar al mundo, y lo hace con su producción de mayor duración, algunos de los stunts más arriesgados de la saga, pero también con un sabor agridulce. Le decimos adiós al FMI en una despedida que pudo haber sido más épica.
En Sentencia final, Ethan Hunt sigue buscando la forma de vencer a "La Entidad", una supercomputadora de inteligencia artificial que amenaza al mundo entero. Esta IA cuenta con aliados humanos que la veneran como una especie de nueva religión o un nuevo orden mundial. Para enfrentarla, Hunt vuelve a confiar en miembros de su equipo como Benji (Simon Pegg) y Luther (Ving Rhames), este último siendo, junto con Hunt, el único personaje presente en las ocho entregas.
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La película juega con la nostalgia, como es tendencia en muchas franquicias actuales de Hollywood, desde sus créditos iniciales hasta la aparición o mención de personajes y eventos de entregas anteriores. Sin embargo, esto, sumado a la sobreexposición de los planes de los personajes frente a cada misión, hace que la duración de Sentencia final se sienta especialmente larga, sobre todo en su primer acto.
A diferencia de otras películas de Misión: Imposible, donde una gran secuencia de acción precede a los créditos iniciales —una tradición en la saga—, en esta ocasión dicha secuencia no ocurre sino hasta bien avanzada la trama. Esto puede confundir al público, ya que el director, Christopher McQuarrie, alarga la espera para lo que realmente distingue a la franquicia: sus espectaculares escenas de riesgo.
Naturalmente, cuando estas escenas llegan a la pantalla, la recompensa es generosa. Tom Cruise demuestra por qué es considerado la última gran estrella de Hollywood, entregando momentos que ningún otro actor podría lograr. Todo esto va de la mano de una dirección elegante y detallada, en la que se agradece que el espectador pueda entender claramente lo que ocurre en pantalla —algo que se ha perdido en mucho del cine de acción actual, dominado por cortes rápidos y movimientos de cámara que confunden.
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Lo cierto es que Misión: Imposible – Sentencia final no alcanza el nivel de entregas anteriores como Repercusión (2018) o Protocolo Fantasma, que instauró la tradición de secuencias de acción increíbles —como escalar el Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, sin protección, visto además en pantalla IMAX. Esta última aventura de Hunt es más sombría y quizá menos esperanzadora, especialmente para una película de verano. Aun así, cualquiera de las ocho películas de Misión: Imposible resulta más entretenida y está mejor producida que muchas cintas de acción genéricas actuales.
¿Será esta la última misión de Ethan Hunt? Tom Cruise ha señalado que no se llama Sentencia final por casualidad, sino porque, en efecto, es la última. Pero también sabemos que Cruise es uno de los actores que más vive y respira la industria, y entiende mejor que nadie que en Hollywood nada está escrito en piedra. Después de tantos años interpretando a un espía, está claro que ha aprendido a no decir toda la verdad mientras desaparece entre la multitud.