Nicolas Winding Refn charló en EXCLUSIVA para Omelete y reflexiona sobre su icónica trilogía Pusher, ahora relanzada en 4K a través de MUBI. En esta entrevista, el cineasta danés habla sobre la evolución del crimen en el cine, su rechazo a las convenciones de Hollywood, el valor del fracaso en su carrera y cómo cada película refleja etapas íntimas de su vida.
Un recorrido profundo por el pasado y presente de uno de los autores más provocadores del cine contemporáneo.
Omelete: Con la restauración en 4K, una nueva generación está a punto de descubrir Pusher como trilogía. ¿Crees que el mundo criminal que retratan sigue siendo relevante o ha cambiado desde entonces?
Nicolas Winding Refn: Esa es una buena pregunta. No sé muy bien cómo responderla. No soy un fanático del crimen, no me atrae realmente. Encuentro el crimen muy deprimente, ¿sabes? Entiendo las circunstancias en las que vive la gente o las elecciones —o la falta de ellas— que los llevan a ese mundo, pero no creo que exista tal cosa como un gánster feliz al final del día.
Así que se puede decir que el crimen, como todo lo demás, se ha mutado aún más en nuestra realidad. Lo que antes quizás estaba más dividido en subculturas, ahora se ha vuelto parte de la cultura general.
O: La adicción, las deudas y la violencia parecen atrapar a estos personajes en ciclos sin fin. ¿Dirías que la trilogía Pusher es más una crítica social o un estudio de personajes?
NWR: Creo que es más sobre personas dentro de un entorno criminal. No trata del crimen en sí, sino de gente que sobrevive su día a día en un mundo dominado por el crimen.
O: ¿Te inspiraste en algún cineasta o movimiento visual específico, como Dogma 95 o el cine de guerrilla de los 90, al desarrollar la trilogía?
NWR: Lo bueno de la primera Pusher es que salió unos años antes del Dogma 95. Se podría decir que Lars von Trier lo copió todo para crear Dogma 95 —al menos eso es lo que él dice. (ríe)
Una gran inspiración para mí fue un documental llamado A Year in the Life of Crime, hecho a finales de los 80 en EE. UU. Fue de las primeras documentaciones cotidianas sobre personas en un entorno criminal. The Killing of a Chinese Bookie fue una enorme influencia, por el tipo de actuación que tenía. La Batalla de Argel también, por esa autenticidad que, aunque seguía siendo ficción, se sentía real. De esos clásicos tomé muchas cosas.
O: En la retrospectiva de Pusher en Venecia en 2024, dijiste que era un símbolo de tu pasado y tu futuro. ¿Cómo crees que los temas en Pusher siguen resonando en tu trabajo actual?
NWR: Viéndolo en retrospectiva, puedo ver cuánto reflejan mi estado mental: del primero al segundo y al tercero. Elijo historias y temas muy vinculados a mi propia existencia. Quizás el primer film trata de mi búsqueda de una identidad masculina dentro del crimen, pero dándome cuenta de que eso es muy autodestructivo. El segundo trata sobre aceptar la paternidad sin saber cómo ser padre —eso fue algo que viví por primera vez. Y Pusher III trata sobre haber sido padre y reclamar tu identidad individual.
Así que hice esas películas basándome en el lugar en el que estaba emocionalmente, y he seguido ese mismo camino desde entonces —desde Bronson en adelante, que fue la primera película que hice después de Pusher—. Pero para entonces ya había decidido no hacer películas sobre la realidad, sino sobre la irrealidad.
O: En la primera película, Frank pasa de ser un traficante seguro a un fugitivo paranoico. ¿Cómo construiste esa descomposición psicológica y qué querías que sintiera la audiencia al final?
NWR: Es como si estuviera atrapado en su propio mundo y no pudiera salir. Cuanto más cava, más profundo cae.
O: Y Tonny, en Pusher II, parece desesperado por ser aceptado. ¿Su viaje trata sobre masculinidad, paternidad, identidad... o una mezcla de todo?
NWR: Podemos decir que Pusher II trata de alguien que tiene que romper con los pecados del padre. Toda su vida quiso ser aceptado, pero siempre fue un fracaso. Y al final, ataca aquello que más ama. Mata, pero ese asesinato también lo libera.
O: Milo, en Pusher III, es a la vez aterrador y trágico. ¿Cómo abordaste la creación de un personaje que está perdiendo el control de un mundo que antes dominaba?
NWR: Creo que con Pusher III comenzó la tradición del “héroe silencioso” que luego interpretarían Mads Mikkelsen y Ryan (Gosling) en Valhalla Rising y Drive. Ese tipo de personaje que ve la injusticia de forma muy blanco y negro, y actúa cuando siente que hay algo mal. Tiene una brújula moral muy clara, basada en su percepción de lo correcto e incorrecto.
Frank, en la primera película, no tiene brújula moral. No tiene nada salvo a sí mismo. Milo lo tiene todo, menos a sí mismo, y por eso destruye a todos a su alrededor en su autojustificación para recuperar su trono.
O: Te fascinan las tecnologías emergentes, como en los videojuegos y tu colaboración con Hideo Kojima. Dado el estilo crudo y realista de Pusher, ¿crees que la tecnología permite abordar estas historias de forma similar o completamente distinta?
NWR: La tecnología nos da muchas oportunidades para reevaluar lo que ya fue. Con la invención de las redes sociales, hay una nueva forma de narrativa que apenas estamos empezando a explorar de manera tradicional.
Los videojuegos siguen evolucionando porque la tecnología lo hace. El cine lleva mucho tiempo luchando, porque sigue anclado en el pasado. La televisión ha perdido su mística, se ha vuelto mundana, consumible, como cambiar de canal.
El cine, en cambio, debe reevaluarse. No en un sentido negativo, sino ver lo que hay alrededor y usarlo. Porque el cine todavía puede hacer algo que nada más puede: ser una experiencia colectiva.
Todo lo demás es nuevo gracias a la tecnología, pero la idea del cine —ser un espectador pasivo, no físicamente, sino mentalmente— sigue muy presente en nuestro ADN. Todos queremos ser seducidos.
O: Hoy en día, cuando una película independiente tiene éxito, los estudios rápidamente le ofrecen al director un gran proyecto, muchas veces con IPs ya existentes o grandes presupuestos. ¿Crees que las voces jóvenes se pierden en todo eso? ¿Has recibido ofertas así?
NWR: He tenido muchas reuniones maravillosas en Hollywood, pero nunca quise ceder el control. Me gusta la independencia. Me gusta tener el control total. Esa es mi decisión, claro, no es para todos.
Es difícil mantenerse independiente, porque el negocio del cine independiente es muy duro. A veces necesitas aceptar trabajos mejor pagados para sobrevivir, pero siempre hay un costo. Todo depende del tipo de persona y artista que quieres ser. ¿Qué quieres crear? No hay camino correcto o incorrecto, solo lo que te haga sentir más libre para hacer lo que quieres.
O: Tienes la trilogía de Pusher en 4K en tu sitio ByNWR, que también transmite películas difíciles de encontrar, como hace MUBI. ¿Cuál es tu relación con el formato físico y el streaming, sobre todo considerando que coleccionas música en CD y vinilo?
Refn: Para mí, el formato físico siempre será una prioridad. Amo el componente físico. Pero también soy realista. Al final del día, el streaming lo consume todo.
Está bien hacer tu película para el cine, pero también tiene que funcionar en un iPhone, porque el 99% de la gente la verá en un iPhone, sin importar qué tan grande sea tu película. Esos tres meses en cines no cambian la realidad: será vista en dispositivos pequeños. Hay que entender esa dualidad. Tiene que funcionar en todos los formatos, o te hundes.
O: ¿Qué tipo de películas has visto recientemente mientras preparabas tu nuevo proyecto?
Refn: Veo de todo. Aunque últimamente no tanto: los hijos, la vida normal, el matrimonio consumen mucho tiempo. La política, el estado del mundo... Para mí, hacer películas es como pintar: vas al estudio, pintas, y luego llegas a casa y ves las noticias.
O: Y por último, mencionaste antes que el fracaso de Fear X te ayudó a hacer la trilogía de Pusher. ¿Crees que el fracaso nos ayuda más como seres humanos que el éxito?
NWR: Absolutamente. Con el fracaso aprendí todo, y lo aprendí por las malas. Fear X fue un fracaso total: financiero, creativo, en todo sentido. Y asumo toda la responsabilidad. Al menos puedo decir que fue por mí, y gracias a eso aprendí todo lo que necesitaba para no repetirlo.
El fracaso me enseñó todo. Solo se aprende a través del fracaso. Por eso es esencial en la vida creativa. Si no conoces el fracaso, no tienes idea de lo que realmente significa el éxito. Es como el amor: si nunca has tenido el corazón roto, ¿cómo sabes lo que es ser amado? Si no peleas, ¿cómo sabes lo que es reconciliarte?
Vivimos con esta idea de que todo debe ser perfecto, y tememos al fracaso. No es agradable, pero es necesario. Solo intenta que no te pase más de una vez.