La icónica franquicia Texas Chainsaw Massacre ha desatado una verdadera guerra de ofertas en Hollywood (vía), atrayendo a algunos de los nombres más influyentes y creativos de la industria. Se estima que entre cinco y ocho estudios y plataformas de streaming están compitiendo ferozmente por los derechos de propiedad intelectual, que abarcan cine, televisión, eventos en vivo y juegos, pero el foco está en las visiones que traen equipos de alto calibre.
Entre los contendientes más destacados, Jordan Peele y su productora Monkeypaw han manifestado un fuerte interés en hacerse con parte de la franquicia, buscando un rol de producción bajo su acuerdo con Universal. Este movimiento sugiere una posible dirección más allá del horror puro, inyectando el toque distintivo de Peele a la saga.
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Por otro lado, el aclamado cineasta Oz Perkins (Longlegs) ha unido fuerzas con el director de The Strangers, Bryan Bertino. Si NEON gana los derechos, Perkins produciría y coescribiría una versión de la historia, mientras que Bertino la dirigiría, prometiendo una entrega con una atmósfera única y aterradora.
También ha surgido una intrigante propuesta televisiva alineada con A24, el estudio de culto conocido por sus producciones de autor y horror innovador. Este proyecto, liderado por J.T. Mollner (Strange Darling) y el productor Roy Lee, contaría con la participación del actor texano Glen Powell en un papel secundario, añadiendo un elemento inesperado a la mezcla. Además, Roy Lee tiene una oferta separada para una película de Texas Chainsaw Massacre destinada a Netflix.
La franquicia Texas Chainsaw Massacre no es solo una leyenda del horror; es un activo financiero probado. La película original de 1974, con un presupuesto de solo $140,000, recaudó $31 millones. A lo largo de nueve películas, la saga ha superado los $252 millones globalmente. El éxito reciente de reboots de horror como Scream VI y Halloween (2018) demuestra el enorme potencial de mercado cuando estas sagas clásicas son revitalizadas por "apasionados autores".