La industria del entretenimiento acaba de vivir un terremoto de magnitud histórica. Netflix —sí, la plataforma que empezó enviando DVDs por correo— acaba de adquirir Warner Bros. en un acuerdo valuado en $82.7 mil millones de dólares, una cifra que supera cualquier transacción previa entre estudios de Hollywood. La compra coloca oficialmente a Netflix como el gigante más grande y dominante del audiovisual moderno, desplazando modelos tradicionales de estudio que habían permanecido casi intactos durante un siglo.
El movimiento no solo reconfigura el balance de poder en Hollywood; marca el fin de una era para Warner Bros., el estudio responsable de franquicias como DC, Harry Potter, Looney Tunes y El Señor de los Anillos. Pero David Zaslav, todavía CEO de Warner Bros. Discovery, insiste en que la venta era necesaria para sobrevivir a lo que él llama un “cambio generacional” en la manera en que se financian y consumen historias. Su comunicado a los empleados —que puedes leer acá— revela una mezcla de resignación pragmática y optimismo corporativo.
Más allá del shock, el acuerdo también implica la separación de Discovery Global en una empresa independiente liderada por Gunnar Wiedenfels. Netflix, por su parte, planea mantener los estrenos cinematográficos de Warner Bros., una especie de promesa para evitar un colapso inmediato en la cadena de cines.