A Quiet Place es una franquicia con unas reglas muy establecidas. Desde la primera escena de la película original, de 2018, el público es consciente de que el más mínimo ruido en el escenario puede resultar fatal para cualquier personaje. La experiencia sensorial propuesta por John Krasinski, en la que el sonido es el elemento más importante de la narrativa, también dicta el funcionamiento de las siguientes películas -y de alguna manera delimita hasta dónde puede llegar todo en términos narrativos-.
El preludio, como explica el propio título, retrata los momentos iniciales de la invasión extraterrestre que llevó al mundo al colapso. En el centro de la historia está Sam (Lupita Nyong'o), una paciente terminal que va a Manhattan, Nueva York, para ver un espectáculo y comer pizza, un programa sin pretensiones que ella ve como una posible despedida. La presentación pronto se ve interrumpida por la llegada de las criaturas, que instantáneamente crean caos en la ciudad, y Sam se encuentra luchando por su vida.
Quitar el protagonismo a la familia Abbott y dárselo a Sam, un personaje cuyo instinto de supervivencia se ve directamente afectado por su delicado estado de salud, es una de las principales apuestas de Michael Sarnoski, que escribió el guion y asumió como director en sustitución de John Krasinski. Sam no quiere salvar a sus hijos ni encontrar una solución al caos. Ella sólo quiere cumplir un sueño personal mundano antes de que todo termine, pero el drama de su viaje se construye con la intención de remediar este conformismo.
Expandir el universo o dar mayores explicaciones canónicas a la invasión alienígena nunca son una prioridad en la antesala. Sin embargo, Día uno justifica su existencia demostrando ser competente a la hora de construir el drama en torno a sus personajes. Si Sam lucha por encontrar el significado antes del final, Eric (Joseph Quinn) necesita enfrentar sus ataques de pánico sin que esto le acarree una muerte segura, y la relación entre los dos se desarrolla orgánicamente, una hazaña considerable cuando se trata de un horror de supervivencia donde su dinámica no se expresan en muchas palabras.
Llevar la trama a las ruidosas calles de Nueva York hace que el viaje de Sam sea una experiencia claustrofóbica. Sarnoski utiliza primeros planos del rostro de la actriz para recrear la tensión sonora de Krasinski, reduciendo la proporción de la metrópoli para dar la impresión de un entorno más pequeño y priorizando el susto. Aunque no innova en su propuesta, Día uno hace buen uso de los clichés propios de la franquicia para evitar trampas y mantener la tensión de principio a fin.
El cineasta también hace de la ciudad un tercer protagonista, evocando la atmósfera de desastres como el del 11 de septiembre para encontrar su lugar entre las películas del género. Sam y Eric deambulan desde el distrito financiero hasta las calles de Harlem, desde los sucios metros hasta los restos de la Catedral de San Patricio. Nueva York resulta ser el escenario ideal para que Un lugar en silencio explore ideas que van más allá del horror absoluto y proporciona un contexto interesante para hacer de Día uno una propuesta diferente a sus predecesoras.
Hay excesos que le quitan algo de brillo al preludio. Competente en reproducir la desgracia de forma angustiosa al igual que Krasinski, Sarnoski es incapaz de justificar determinadas elecciones narrativas. Como Un lugar en silencio es una franquicia con poco espacio para desarrollos mitológicos, el director careció de sensibilidad para identificar agujeros argumentales que no aportan nada a la historia. Pero la fuerza de una actriz ganadora de un Oscar como Lupita Nyong'o destaca, y Día uno puede que no sea el último capítulo de una saga que parece no encontrar más espacio para crecer.
Año: 2024
País / Nación: EUA
Duración: 1h40 min
Dirección: Michael Sarnoski
Elenco: Joseph Quinn, Lupita Nyong'o, Alex Wolff, Djimon Hounsou