El elixir de la inmortalidad | El origen diferente de un brote zombie

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El elixir de la inmortalidad | El origen diferente de un brote zombie

La película está disponible en Netflix.

Omelete
2 min de lectura
Lopez Aguirre
28.10.2025, a las 14H43.

El elixir de la inmortalidad (Abadi Nan Jaya), una propuesta que se atreve a mirar hacia adentro de la cultura indonesia para construir su apocalipsis, es uno de los más recientes éxitos de Netflix. Pero, en lugar de recurrir a los clichés del virus científico o las armas biológicas, el director Kimo Stamboel da un giro inquietante: la fuente del brote zombi proviene de una medicina herbal ancestral, concebida originalmente como fuente de salud y juventud.

La Perversión de lo Sagrado

La película desarrolla una idea tan simple como perturbadora: ¿qué sucede cuando las tradiciones curativas son corrompidas por la codicia moderna? Stamboel transforma el jamu —el sistema de medicina herbal tradicional de Indonesia— en el epicentro de la tragedia.

El guion no presenta al virus como un enemigo extranjero, sino como una creación del propio pueblo, nacida de su manipulación irresponsable de los conocimientos ancestrales. Este enfoque “doméstico” convierte al zombi en un espejo del alma nacional: un cuerpo que alguna vez fue humano, pero que la obsesión por el poder y la inmortalidad ha vaciado de propósito.

La historia se sitúa en una pequeña aldea cerca de Yogyakarta, donde la familia de Sadimin (Donny Damara) dirige el negocio herbal “Abadi Nan Jaya”, que irónicamente significa “Eternamente Victorioso”. Cegado por el deseo de trascender los límites humanos, Sadimin prueba en sí mismo un nuevo elixir que promete juventud eterna.
El experimento sale mal: el brebaje reescribe su cuerpo y su mente, transformándolo en una criatura voraz, el primer infectado del brote. A partir de él, el contagio se extiende como un incendio espiritual que devora lo que alguna vez fue sagrado.

Un Terror con Raíz Social y Moral

Más allá de la sangre y los gritos, El elixir de la inmortalidad funciona como una alegoría de la corrupción y la codicia. El apocalipsis no surge de un accidente científico, sino del pecado humano: la búsqueda de control absoluto sobre la vida y la muerte.

La película coloca el foco en la responsabilidad colectiva, al mostrar cómo una familia, en su afán de “revolucionar el mercado”, termina desatando una epidemia que arrasa con su propia comunidad. Así, el verdadero virus no es biológico, sino ético.

El elixir de la inmortalidad se convierte así en un espejo oscuro de Indonesia, donde la tradición y la modernidad chocan con consecuencias mortales, recordándonos que el verdadero monstruo no siempre viene de fuera… sino que puede ser creado por nuestras propias manos.

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