El refugio atómico, la serie de Netflix creada por los responsables de La casa de papel, cerró con un giro. La supuesta catástrofe mundial que mantenía a dos familias millonarias confinadas en un lujoso búnker resultó ser un elaborado montaje ideado para despojar de su fortuna a los adinerados participantes. El final combina traiciones, muertes y un cliffhanger que anticipa una posible continuación.
SPOILERS de El refugio atómico a continuación
Minerva (Miren Ibarguren), directora del Kimera Underground Park, fue la mente maestra detrás del engaño. Con la ayuda de su hermano Ziro, diseñó un plan que utilizaba tecnología avanzada para controlar y manipular a los residentes. La inteligencia artificial Roxán fue clave: monitoreaba, escuchaba y replicaba patrones de conducta de los millonarios mientras respondía mensajes y videollamadas, manteniendo la ilusión de normalidad mientras se ejecutaba el robo de capital.
El plan de Minerva incluyó un esquema financiero conocido como "unicornio". Engañó a Oswaldo y a su socio Guillermo (Joaquin Furriel) para que invirtieran 900 millones de euros en una empresa fantasma en Bangkok. La noche de excesos organizada por Minerva aseguraba que Oswaldo no revisara los documentos a fondo. El descubrimiento del fraude por parte del socio de Guillermo llevó a su asesinato, silenciando cualquier intento de denuncia.
Colapso de Relaciones Familiares
Mientras la estafa se desarrollaba afuera, las relaciones dentro del búnker se desmoronaban. Frida (Natalia Verbeke) y Rafa (Carlos Santos) mantenían un matrimonio sin amor, y se descubrió que Frida había tenido una relación de 28 años con Guillermo. Max (Pau Simón) enfrentó la dolorosa realidad de ser un “parche” en una familia rota. La muerte de Mimi, esposa de Guillermo, debido a enfermedad renal, fue un punto crítico que impulsó la huida de Max.
Max, convencido de que no había radiación, ideó junto a Asia (Alícia Falcó) un plan de escape: sabotearon el sistema, provocaron un corto circuito y usaron una bomba casera como distracción. Asia le confiesa su amor, y Max le responde que ella es “lo más bonito que queda en este mundo”. La temporada culmina con Max ascendiendo hacia la luz exterior, pero la intervención de Minerva mediante un vigilante armado deja abierto el desenlace y la posibilidad de una segunda temporada.
El futuro de Max y Asia, así como la repercusión de las acciones de Minerva, quedan pendientes de resolución, manteniendo a la audiencia expectante de un regreso que podría expandir aún más la narrativa del Kimera Underground Park.