El estreno de Demon Slayer: Castillo Infinito en México no es solo una cita obligada en la pantalla grande, sino también un evento cultural que transforma la experiencia del cine en un ritual para los fanáticos del anime.
Tanto Cinépolis como Cinemex lo saben, y por eso han apostado por sorprender a los asistentes con regalos físicos que van más allá de la proyección: pósters y postales que se convierten en verdaderos tesoros para coleccionistas.
Lo interesante de esta dinámica es cómo cada cadena propone una experiencia diferente. Cinemex lo hace apostando por el formato clásico con pósters especiales, apelando a la tradición de llevarse un recuerdo visual para decorar habitaciones o colecciones personales. En cambio, Cinépolis innova con postales que, aunque más pequeñas, pueden tener un valor único, ya que se entregan una por boleto en funciones MacroXE, reforzando la sensación de exclusividad.
La estrategia revela algo importante: el cine de anime en México ya no se limita a proyectar películas, sino que busca crear experiencias inmersivas que refuercen el vínculo emocional de los fans con sus historias favoritas. Para muchos, el simple hecho de conseguir un coleccionable oficial de Demon Slayer es parte de la magia del estreno, casi tan importante como ver en pantalla el clímax de la saga.
Más allá de la película en sí, este tipo de iniciativas consolidan el lugar de Demon Slayer como un fenómeno cultural en México, capaz de movilizar multitudes y convertir cada función en un evento memorable. Entre la adrenalina de las batallas de Tanjiro y la emoción de llevarse un recuerdo tangible, los fanáticos encuentran en esta propuesta de Cinépolis y Cinemex una forma de vivir el anime como una celebración colectiva.