Robert Redford, ganador de dos premios Oscar y protagonista de clásicos como El golpe y Todos los hombres del presidente, eligió despedirse frente a las cámaras en un contexto diferente al que tuvo en su filmografía: el universo Marvel. Su participación final no fue en un drama de autor ni en un western, sino en Avengers: Endgame (2019).
Lo curioso de esta despedida radica en que, por primera vez en seis décadas de carrera, Redford repitió un papel. El intérprete nunca había aceptado volver a encarnar a un mismo personaje, pero Marvel Studios consiguió lo imposible: traerlo de regreso como Alexander Pierce, el maquiavélico líder de HYDRA que debutó en Capitán América: El Soldado de Invierno. Aunque su participación fue breve, la decisión marcó un punto de inflexión en su filmografía, ya que rompió su propia regla de evitar secuelas y personajes recurrentes.
En entrevistas, Redford explicó que aceptó su incursión en Marvel por la curiosidad de explorar “un nuevo mundo”, una manera de experimentar el cine desde la tecnología que transformaba cómics en espectáculos visuales sin precedentes. Esa apertura a lo novedoso, incluso en la última etapa de su vida profesional, es lo que hizo de su legado algo tan especial: un artista clásico dispuesto a aprender de la modernidad.
De esta forma, Endgame no solo fue un cierre épico para la saga de superhéroes (y que para muchos fue el cierre glorioso del MCU antes de una serie de fracasos) sino también el telón final para la carrera de un actor que se negó a repetirse… salvo en esta ocasión única.
Su breve aparición no solo emocionó a los fans del MCU, también dejó un guiño inesperado para los cinéfilos: Robert Redford, el eterno innovador, se despidió con la misma valentía y frescura con la que había llegado, confirmando que hasta en su adiós, seguía escribiendo historia.