Spoilers de Wicked: Por siempre a continuación
Con el estreno de Wicked: Por siempre, a los pocos minutos de salir de la sala, las redes se llenaron de publicaciones comparando a Jonathan Bailey con Ryan Reynolds, como si la película hubiera escondido un cameo imposible. En la escena final, cuando el hechizo de Elphaba transforma a Fiyero en su nueva forma, miles de espectadores afirmaron haber visto algo más que paja y arpillera.
La situación escaló rápido porque la comparación no se centró solo en un parecido general. Muchos fans señalaron que el maquillaje protésico del Espantapájaros recordaba de manera inquietante al aspecto de Wade Wilson sin máscara en Deadpool, donde el rostro cicatrizado de Reynolds se volvió un ícono visual del personaje. La textura de arpillera, los surcos marcados y la mezcla de CGI con prótesis en el diseño de Wicked: Por siempre crearon un efecto que ciertos espectadores describieron como “una ilusión involuntaria”. De ahí el comentario viral: “¿Me estás diciendo que este NO es Ryan Reynolds?”.
En una escena casi en su tercer acto, Elphaba desesperada intenta salvar a Fiyero y termina alterando su cuerpo. Esa intensidad dramática chocó con la reacción colectiva de los fans, quienes transformaron el momento en lo que muchos llamaron una “máquina de memes”. Algunos incluso confesaron que la revelación provocó risas en las funciones de cine, como si el parecido activara una respuesta inmediata del público en lugar del impacto solemne que la escena buscaba.
La viralidad de este fenómeno puede leerse como pareidolia potenciada por la cultura pop: cuando un diseño no termina de aterrizar del todo, el cerebro lo llena con figuras que ya conoce. En este caso, la imagen de Reynolds como Deadpool es tan famosa que se convirtió en referencia automática. La producción de alto presupuesto terminó atrapada en la percepción colectiva y eso, irónicamente, terminó generando una conversación paralela que mantuvo a Wicked: For Good en boca de todos.
Mientras la taquilla sonríe y los debates visuales continúan, el Espantapájaros de Jonathan Bailey ya ocupa un lugar peculiar en la iconografía del cine musical reciente: mitad tragedia mágica, mitad meme accidental.