En un caso como pocos dentro de Hollywood, mientras Joker en 2019 fue un éxito taquillero recaudando arriba de los mil millones de dólares alrededor del mundo, su secuela presentó una pérdida neta para Warner Bros de $144 MDD.
WB apostó fuerte por una secuela dirigida nuevamente por Todd Phillips, asignando un presupuesto de $200 millones. La inversión generó varias dudas dentro de los especialistas dada la limitada necesidad de efectos visuales CGI en el proyecto. La justificación se basó en el historial de Phillips de entregar éxitos para el estudio, como la franquicia ¿Qué pasó ayer? y el propio Joker. La incorporación de Lady Gaga como Harley Quinn se interpretó inicialmente como un gran gancho para las audiencias y debido al prestigio de la cantante en películas como Nace una estrella, también de WB.
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Sin embargo, todo salió mal para la secuela: la recepción del público resultó ser catastrófica. Esta reacción negativa se atribuye principalmente al cambio radical en el enfoque de la secuela, que adoptó una sensibilidad similar a un "musical". Este giro inesperado alejó al público que esperaba una continuación del tono oscuro y psicológico del primer filme.
Otros especialistas también señalan que esto derivó en una "estrategia" de Phillips ya que él no quería hacer la película, siendo que le daba ideas a WB con el plan que en algún momento le dirían que no... pero resultó todo lo contrario, por lo que el director realizó una especie de anti Joker, siendo una crítica incluso al mismo sistema hollywoodense.
Ambas películas del Joker de Todd Phillips pueden verse en Max.