El escándalo por el primer episodio de la temporada 27 de South Park no se detuvo en redes sociales, naturalmente llegó directo a la Casa Blanca. La serie animada representó al presidente Donald Trump en una escena sexualmente sugerente con Satán, haciendo referencia a su pene “cómicamente pequeño” y burlándose de su ego. El resultado: una declaración furiosa y oficial desde la oficina presidencial que ya está generando titulares. La portavoz Taylor Rogers respondió (vía) con una afirmación cargada de desdén:
“La hipocresía de la izquierda verdaderamente no tiene fin — durante años atacaron a South Park por lo que llamaban contenido ‘ofensivo’, pero ahora de repente elogian el programa. Al igual que los creadores de South Park, la izquierda no tiene contenido auténtico ni original, por eso su popularidad sigue cayendo en picada. Este show no ha sido relevante en más de 20 años y se mantiene por un hilo con ideas poco inspiradas en un intento desesperado por llamar la atención. El presidente Trump ha cumplido más promesas en solo seis meses que cualquier otro presidente en la historia de nuestro país — y ningún programa de cuarta puede descarrilar la racha ganadora del presidente Trump.”
La molestia de la administración no quedó ahí. Según Rolling Stone, varios asesores de Trump fueron consultados por los clips que circulaban en redes. Un funcionario de alto rango simplemente respondió: "Por supuesto", aludiendo a cómo su celular había explotado con mensajes al respecto. Otro asesor, quien dijo ser fan de la serie desde hace tiempo, la encontró “decepcionante”.
Esta rabia presidencial tiene un trasfondo claro: Trump siempre ha estado obsesionado con la cultura pop, pero no como fan, sino como figura que desea controlarla. Su enemistad con los programas nocturnos y figuras como Stephen Colbert, ahora despedido por Paramount, es parte de una cruzada más grande para limpiar la imagen mediática del mandatario.
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El episodio también ironizó sobre un supuesto acuerdo entre Trump y Paramount, en el que habría recibido 16 millones de dólares para cerrar una demanda contra 60 Minutes, más otros 20 millones “de los nuevos propietarios, en publicidad, anuncios de servicio público u otro tipo de programación”. Para rematar, el capítulo termina con un PSA generado por IA, mostrando a Trump completamente desnudo vagando por el desierto.