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A días de su estreno, Los dueños del juego ya se perfila como uno de los thrillers más comentados del año. La producción brasileña —conocida por su crudeza y su retrato del poder en Río de Janeiro— ha generado una conversación intensa en redes, pero el destino de su segunda temporada aún pende de un hilo.
Netflix, fiel a su política interna, suele evaluar las métricas de visualización en las primeras cuatro semanas. Esto incluye la cantidad de horas vistas, la retención por episodio y el porcentaje de finalización. Si la serie logra mantenerse dentro del Top 10 global de habla no inglesa por más de dos semanas, las posibilidades de renovación aumentan significativamente.
El cierre de la primera temporada dejó a Jefferson, alias Profeta, en la cima del poder, pero rodeado de enemigos. Más que un final, el episodio último funciona como un punto de partida para una nueva etapa en su vida criminal. Hay tramas que exigen respuestas: ¿qué hará Profeta con el secreto sobre su madre? ¿Cómo reaccionará Leila cuando sepa que su hijo ahora gobierna el mismo mundo que destruyó a su familia?
Factores externos: crítica, conversación y producción internacional
Otro punto clave para la renovación será el impacto internacional. Netflix ha apostado por producciones brasileñas que trasciendan el mercado local, como Sintonia o Irmandade. Si Los dueños del juego logra ese mismo efecto —especialmente en México, España y Estados Unidos—, el gigante del streaming tendrá razones para invertir en una segunda entrega.
La recepción crítica también juega su papel. Aunque los críticos han elogiado su puesta en escena y el retrato del crimen organizado, algunos han pedido un ritmo narrativo más equilibrado. Si el equipo creativo logra pulir esos detalles y expandir la historia de Profeta, la segunda temporada podría convertirse en el equivalente brasileño de Narcos: México..