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Pluribus | Teoría conecta con La dimensión desconocida y su protagonista

La serie clásica de ciencia ficción sigue mostrando claves.

Lopez Aguirre
20.11.2025, a las 13H38.

El estreno de Pluribus en Apple TV+ abrió paso a las teorías y una de ellas parece tener una pista que inicia con el apellido de la protagonista: Carol Sturka, interpretada por Rhea Seehorn.

Gilligan admitió (vía) que proviene del protagonista del episodio “Third from the Sun” de The Twilight Zone, que responde al nombre de William Sturka. En ese episodio clásico, la gran revelación es que sus personajes no son humanos (aunque lucen como cualquier persona), sino seres de otro planeta que buscan refugio en un lugar con características similares al suyo y es el tercer planeta de ese sistema solar conocido como: la Tierra. Cuando los espectadores de Pluribus colocan esa pieza sobre la mesa, el rompecabezas adquiere un contorno inquietante.

El comportamiento de Carol, su inmunidad al fenómeno global de armonía y su aislamiento emocional previo a la catástrofe se han convertido en pistas interpretadas como huellas genéticas de otra especie. La teoría propone que, al igual que el Sturka original de The Twilight Zone, Carol podría descender de viajeros que llegaron al planeta décadas atrás, ocultos entre la humanidad. Esta ascendencia extraterrestre explicaría su resistencia al misterioso “Joining” y su desconexión visible con el resto del mundo.

Claro que quienes conocen la obra de Gilligan saben que el creador tiende a esconder respuestas en plena vista, mientras hace malabares con el azar creativo. Él mismo ha repetido que muchos giros de sus series terminan definidos sobre la marcha, como piezas que encuentran su forma con el episodio ya en edición. Eso no detiene a su audiencia, acostumbrada a analizar incluso la sombra de un apellido como si fuese una coordenada secreta.

Mientras Carol Sturka intenta desentrañar la anomalía global, la serie juega con la frontera entre lo humano y lo desconocido. Y aunque la teoría alienígena probablemente no sea más que una lectura fascinante del homenaje de Gilligan, su potencia simbólica enciende la discusión. El apellido Sturka se convierte así en una especie de pasaporte narrativo: una invitación a imaginar que los verdaderos orígenes de la protagonista podrían estar, literalmente, a millones de millas de distancia.